El principio de nuestro final
Siempre le dijeron que tenía un corazón bonito,
como cualquiera de las callecitas de París.
Como todos los besos en alguna góndola.
Como esa pareja en lo más alto
de un rascacielos en Nueva York.
Nunca nadie se había parado a pensarlo.
Y llegaría, antes o después, llegaría.
La miraba como quién se encuentra frente al mayor monumento jamás creado. La miraba, incluso de reojo, y sin mirarla, no podía dejar de verla, en todos lados.
Era algo peligroso, eso de ya no tenerla y seguir sintiéndola cerca. Era arriesgado seguir luchando por unos besos que no tenían futuro y por una manos que me conquistaron desde el principio. Era inútil. Como seguir diciéndole "te quiero" a ese recuerdo que se empañó con las lágrimas.